No olvidemos a los niños, niñas y jóvenes más vulnerables

Esta frase mencionada en otras oportunidades, hoy cobra urgencia y prioridad si queremos proteger a los niños, niñas y adolescentes de una crisis que agudizará sus actuales condiciones de vulnerabilidad y los expondrá a una mayor desprotección.

El país tiene en su memoria los efectos de la Gran Crisis de 1929 que se hizo sentir con crudeza especialmente en la década de 1930, en que miles de trabajadores cesantes, especialmente por efectos del cierre de las salitreras, sin esperanzas ni recursos, se volcaron junto a sus familias a las ciudades buscando refugio. En lo tocante a la infancia, el país vivió el abandono de miles niños que deambulaban descalzos por las calles, en búsqueda de la protección que sus familias no podían brindarles.

Los gobiernos de la época se reconocieron incapaces para enfrentar por si solos esa hecatombe social y económica. En el ámbito de la infancia, tal fue el certificado de nacimiento de nuestra Institución, puesto que fuimos parte del urgente llamado que el entonces Presidente de la República don Arturo Alessandri Palma hiciera a la sociedad civil, para contribuir en hacerse cargo de la crítica situación que atravesaba la niñez, tarea que hemos continuado ejecutando con auténtica vocación durante estos últimos 86 años.

Con certeza la situación del Chile de esa época y del actual no son las mismas, pero no podemos cerrar los ojos a los aciagos momentos que igualmente tendremos que vivir con motivo de la actual pandemia en materia de cesantía y desprotección social. Según la última Casen de 2017 tenemos 592.022 niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza en nuestra patria, cifra que desgraciadamente tenderá a incrementarse cuantitativa y cualitativamente.

Es imposible que este gobierno y ningún otro puedan enfrentar por si solos esta situación y otras de igual o peor gravedad y necesitarán de la indispensable colaboración de la sociedad civil que está ciertamente dispuesta a atender el llamado, tal y como lo estuvo en el pasado. Esa sociedad civil está hoy día organizada, profesionalizada y tiene la experiencia para aportar en el proceso de recuperarnos de los efectos de esta infausta crisis.  Solo necesitamos que nuestras autoridades nos convoquen y articulen de manera urgente las políticas públicas necesarias para esa contribución.

La crisis que vivimos y sus efectos, son un problema de la sociedad chilena en su conjunto y por tanto todos debemos salir en auxilio de quienes nos necesitan, especialmente de nuestros niños, niñas y adolescentes expuestos a una nueva y creciente vulnerabilidad.

 

José Pedro Silva Prado

Presidente Fundación Ciudad del Niño